El Fondo de Educación para las Niñas (GCEF) se estableció en 2005 para apoyar el acceso a formación por parte de las hijas huérfanas de personal de enfermería en países en desarrollo. Este Fondo les apoya durante su escolarización en cuatro naciones africanas - Esuatini (Suazilandia), Kenia, Uganda y Zambia - y les ayudar a tener una vida plena y exitosa.
Desde su constitución, se han beneficiado más de 400 niñas, y 311 se han graduado de la escuela secundaria hasta la fecha.
En la actualidad hay 79 niñas que reciben el apoyo del Fondo con un coste medio de 1 500 dólares estadounidenses por niña, que sufragan sus cuotas, uniformes, calzado y libros escolares.
Stella de Sabata, Directora de Programas del CIE, declaró: "En los últimos 15 años, más de 300 niñas han terminado sus estudios con el apoyo del Fondo para la Educación de las Niñas. Eso puede parecer una gota en el océano, pero este programa marca una diferencia tangible en la vida de cada una de ellas que tiene un efecto dominó en sus familias y comunidades. Lo que me viene a la mente cuando pienso en las niñas que he conocido es su gratitud, su resistencia y su determinación, así como su empeño en salir adelante en honor de sus padres fallecidos. Estas niñas, y de hecho sus tutores, merecen todo nuestro respeto y el apoyo sostenido que podemos proporcionarles a través del GCEF".
Amukusana Mutandi, basada en Lusaka, Responsable de Programas y Relaciones Laborales en la Unión y Organización de Enfermeras de Zambia, es la coordinadora del Fondo en Zambia desde 2006.
Ha declarado que el programa ha cambiado totalmente la vida de las niñas.
La Sra. Mutandi ha declarado: “Con la educación llega el poder. Las niñas consiguen empoderarse para mejorar su futuro. Formarse les permite elegir una carrera mejor, conocer mejor sus derechos y organizar su futuro.
Sin educación las niñas son más vulnerables ante determinados vicios. En nuestro entorno, las niñas que no están iluminadas [a través de formación] no son capaces de rechazar ciertos vicios y terminan en matrimonios precoces o víctimas de la explotación infantil.
Sin embargo, cuando reciben formación consiguen estar empoderadas y distinguir lo que está bien de lo que está mal. Queremos una generación de niñas capaces de regenerar sus naciones, que añadan valor a sus comunidades”.
La Sra. Mutandi ha comentado que su corazón se llena de alegría al ver a niñas escolarizadas que sin el Fondo no hubieran podido pagar sus cuotas escolares o hubieran tenido que permanecer en casa cuando tienen el periodo por carecer de artículos sanitarios o jabón.
Quiero extender mi gratitud al personal de enfermería y a otras personas que han apoyado este proyecto. Deseo expresar la alegría que sentimos en nuestros corazones cuando vemos a niñas que hubieran tenido dificultades para abonar sus cuotas escolares, que se hubieran tenido que quedar en casa durante su periodo menstrual, que hubieran tenido que acudir a sus vecinos para pedirles un bolígrafo o un libro porque no se los pueden permitir para ir a la escuela. Cuando ves que reciben material y pueden ir a la escuela porque tienen compresas y jabón para asearse, lo único que queremos es manifestar nuestro agradecimiento”.
Alfonsinah es una niña de 17 años de Zambia que comenzó a beneficiarse del GCEF en 2015. Ha finalizado su escolarización y vive con su tío. Su madre era enfermera y Alfonsinah quiere seguir sus pasos. Alfonsinah ha declarado: “Las niñas que conozco que no fueron a la escuela se casaron muy jóvenes. No tuvieron elección. Poder ir a la escuela ha cambiado las cosas para mí. He desarrollado el coraje y la confianza necesarios para hacer realidad mi sueño de ser enfermera. Quiero ser enfermera registrada y trabajar en un hospital”.
Wana, que tiene 12 años, es de Mongu en Zambia. Su madre, que era enfermera, falleció, y ahora vive con su padre y su madrastra y con un hermano y una hermana. Quería ser enfermera como su madre, pero últimamente ha decidido ser abogada para ayudar a las personas menos afortunadas que ella.
Wana ha declarado: “Antes de estar en el programa era difícil pero ahora es fácil. No tenía dinero para pagar la escuela cuando mi madre falleció. Pero el Fondo me envía material, me paga la escuela y hace muchas cosas para mí. Cuando acabe la escuela, quiero cuidar de mi familia. Quiero ser abogada porque hay muchas personas que están sufriendo y necesitan ayuda así que tengo que estudiar para ellas.
Grace, de 15 años, estudia en la escuela St Theresa’s Eregi en Kakamega, Kenia. Ha comentado que su vida actual se la debe al Fondo de Educación para las Niñas.
“Este Fondo significa mucho para mí porque sin él no sé dónde estaría ahora. La muerte de mi querida madre me rompió el corazón. Aún era muy joven cuando llegó la ayuda del Fondo para apoyarme pagando mis cuotas escolares y cubriendo todas mis necesidades, en particular haciéndome la compra, pagándome el autobús a la escuela y dándome dinero de bolsillo.
El Fondo de Educación para las Niñas ha cambiado la vida de muchas niñas: ha reducido las tasas de abandono escolar y los embarazos de adolescentes. Creo firmemente que salva vidas. Mi sueño es ir a la universidad en Nairobi y mi ambición de carrera es ser médico”.
Jane tiene 14 años y es de Kenia:
“Yo tenía cinco años cuando falleció mi madre. Fue un momento muy difícil para mí pero tuve que aceptarlo y vivir con ello. Mi padre también lo estaba pasando mal porque éramos cuatro niños en casa. Cuando el Fondo de Educación para las Niñas decidió ayudarnos y apoyarnos fue una bendición para nosotros. A mí me ayudó a ir a la escuela a tiempo. Me apoyó en los momentos difíciles. Me ha cambiado la vida. Agradezco mucho su apoyo. Que Dios les bendiga a todos”.
En 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 11 de octubre el Día Internacional de la Niña para reconocer los derechos de las niñas y los retos extraordinarios a los que se enfrentan en todo el mundo, promover su empoderamiento y el respeto de sus derechos humanos.